Mujer griega
Hola, soy una mujer griega y voi ha hablaros de como es mi vida,mi estatus social y como visto.
Ser
mujer no es, desde luego, algo deseable. Las mujeres tenemos
prácticamente el mismo estatus social que los esclavos, lo que supone
que no podemos participar en la política ni tener derechos cívicos de
ninguna clase. Eran ellos los únicos capaces de ejercer una vida pública
que los hace merecedores de estimación. El tomar parte en los actos
públicos, asambleas, teatro, juegos, ritos y competiciones era monopolio
de los varones libres (salvo raras excepciones). Nuestra exclusión de
la vida pública hace que ésta quede relegada a la vida doméstica: el
mantenimiento de las posesiones y las tareas domésticas así como el
cuidado de los niños, son nuestras tareas cotidianas. Nosotras no somos
ciudadanas sino hijas o esposas de ciudadanos.
El
paso a la edad adulta en la mujer venía marcado por el casamiento,
verdadero rito de paso para nosotras. El matrimonio no era una relación
privada hombre-mujer, sino una transacción masculina, un contrato entre
el padre de la novia y su futuro marido. El padre entregaba a la hija
junto con una dote, y ésta pasaba de la casa paterna a la casa del
marido.
Debemos
ser sumisas y obedientes, dedicar nuestro tiempo al cuidado de las
tareas domésticas, crianza de los hijos, tejer y preocuparnos de nuestra
imagen. Desde el día del nacimiento hasta el de la muerte, una mujer de
la antigua Grecia vivía bajo el control de los hombres, padres,
hermanos, maridos e hijos.
Al
ser una sociedad en la que hay esclavos, para las mujeres de clase
acomodada, la principal tarea era vigilar que las esclavas realizaran
bien el trabajo, y su principal ocupación era la comida, tejer, hilar y
la economía del hogar.
Mi
vida transcurre la mayor parte del tiempo en la casa, solo puedo salir a
visitar a mis amigas y parientes más cercanos, e incluso, me está
prohibido comprar, hasta una cierta cantidad, de lo que me encarga mi
marido, llegando a ser la distracción más común ir a por agua a la
fuente, de ahí viene el dicho, "tanto va el cántaro a la fuente, que al
final se rompe".
Nuestra
vida es prácticamente inexistente, solo reservada a unas pocas fiestas y
como no, al día de la boda, para el cual fui preparada prácticamente
desde el dia de mi nacimiento.
Mi vestimenta es:
mi prenda de vestido es chitón o himatión (túnica y capa).
El
traje femenino es como el de nuestros días. Llevamos trajes
complicados, cuerpos de vestido ajustados, con mangas huecas y faldas
plegadas, los pliegues son pequeños, abultados y a veces adornados con
volantes realzados con dibujos o con bordados. El corpiño, abierto hasta
el talle, no disimula el pecho y se ata debajo de los senos y a veces
se compone de una camisola transparente sobre la que se ensarta un corto
bolero. Los antebrazos están siempre desnudos y las mangas son, unas
veces, ceñidas, y otras veces, ahuecadas. El chitón de las mujeres
formaba, por lo largo y ancho que era, una verdadera falda flotante
ceñida en la cintura. Esa falda era unas veces de lana y caía formando
grandes pliegues, otras de lino. Para salir, se envolvía la mujer en un
himatión, más amplío y de tela más flexible. Los trajes más comunes eran
de lana blanca con franjas de color. Las joyas son muy lujosas:
anillos, pulseras y collares llevan indistintamente hombres y mujeres,
que usan, además, alfileres para los cabellos, espirales en filigrana de
oro que se mezclan con los rizos, peines, afeites, cabellos postizos,
anillos de oro por los que se pasan las trenzas, diademas y pendientes.
Nos depilabamos con el candil o por medio de pastas especiales, también
utilizabamos navajas.
Hay
que distinguir tanbien el traje dorio, hecho con tejidos de lana atados
por fuertes fíbulas, y la túnica de lino, de origen jonio. El peplo
caracteriza la indumentaria dórica.
Estes son unos ejemplos de como me visto.
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